jueves, setiembre 07, 2006

Faraway so close (o la cercanía de estar lejos)

Atardecer desde mi balcón
Era muy gracioso que lo recordaras, pero era cierto. Tenías esa bendita costumbre de llamarme por teléfono a horas no adecuadas y a pesar que ahora no lo hacías desde Magdalena sino desde la ciudad de Pink Floyd, sigues teniendo las mismas ocurrencias en clave de complicidad que hacían mi risa estallar, como dice la letra de una canción.

Tu llamada de casi dos horas me hizo reflexionar sobre lo cerca que puedes sentir a alguien a pesar de que físicamente esté lejos y es increíble que el tiempo pase y pase y nos enamoremos y nos desenamoremos y vamos como trashumantes en nuestro eterno retorno y sin embargo sigues allí. Y es que como dijiste sabiamente una vez: "lo importante no es la distancia sino la ausencia". Por eso admiro a quienes pudieron vencer sus demonios y encontrar detrás del breve espacio algo que no se va, que permanece. Y así como me empacaste esa tarde en el pequeño Ítaca y en el "Sweet Jane", yo te llevé en canciones de Sabina y timbradas de un celular sonorizando mis sueños, para hacerlos menos oníricos y envolverlos de más realidad.

La distancia también te permite volverte mas observador con esas pequeñas cosas y descubrir secretos, descifrar señales y entender que detrás de unas cervezas, una pizza y un vino, una caminata por el malecón de Miraflores, finalmente está un cariño especial que me hace emocionarme cuando sé que a pesar de que nuestras coordenadas de ubicuidad no coinciden y que de repente pertenezco a una especie en extinción, conservo tu amistad y tu cercanía que son tan próximas que aún despierto en la madrugada creyendo que llamarás para invadir los espacios donde no se debe encontrar sino buscar.

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